Autor: Jürgen Osterhammel

Editorial: Crítica

Hablamos de globalización como si fuera algo evidente, un sobreentendido que explica el progreso inevitable de la historia. Pero durante siglos hemos conocido procesos de interconexión entre distintas partes del mundo seguidos de etapas de todo lo contrario. Pensemos en la Edad Media que siguió al colapso del Imperio Romano, que realmente impuso una globalización parcial cuyo legado aún influye en nuestro modo de relacionarnos con el mundo y entre nosotros gracias al derecho. Por todo ello, hablar de “globalización”, en singular y sin más matices, resulta equívoco.

A analizar estos procesos ha dedicado el historiador alemán Jürgen Osterhammel gran parte de su obra académica y divulgativa. Hace pocos años, la misma editorial Crítica publicó su monumental La transformación del mundo, un estudio de más de mil páginas de la Segunda Revolución Industrial y esa imponente globalización que tuvo lugar durante el siglo XIX de mano de ingenios tecnológicos como el telégrafo, los trenes, la luz o la radio. El prestigio de este historiador le ha llevado a ser uno de los más admirados y leídos por la canciller alemana Angela Merkel.

Osterhammel ha vuelto hace pocos meses a las librerías con El vuelo del águila, donde insiste en matizar qué entendemos por globalización y por qué deberíamos hablar de ella en plural. Hay muchas globalizaciones: morales, religiosas, políticas, económicas, mediáticas… y debemos analizarlas e interpretarlas cada una por separado, pues no siempre entre ellas se entrelazan. Pongamos un ejemplo actual: vivimos un momento de repliegue nacionalista con consecuencias en nuestra fe en el comercio y la apertura económica, y quizá vayamos a dar pasos atrás. Sin embargo, esto puede convivir con una globalización incluso más fuerte en términos de comunicación personal, vía redes, o con una interrelación financiera más horizontal, a través, por ejemplo, de las criptomonedas.

El autor analiza distintos aspectos de estas “globalizaciones”, y tiene la virtud de saber intercalar historias concretas que amenizan un relato sólido y muy necesario para entender la complejidad y la fragilidad de la realidad. La globalización –como el proyecto europeo o la democracia– no deben darse por supuestos, sino que hay que analizarla con rigor para gestionarla con acierto. Osterhammel menciona la confianza en el progreso, el auge de la religión, el debate sobre la desigualdad y el papel clave de la innovación tecnológica en los cambios de todo tipo. Otra de las virtudes de este libro es el análisis comparado con otros periodos como el mencionado de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Sabemos que aquello derivaría, por muchas razones, en dos guerras mundiales.

Un libro muy oportuno ahora que nos encontramos en un momento de pausa y duda en nuestro entusiasmo globalizador.


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