CBDC de Wall Street a E-High Street. El poder definitivo de los Bancos Centrales
El mes de octubre ha sido pródigo en noticias sobre las monedas digitales.
El New York State Department of Financial Services ha aprobado una licencia provisional “BITLICENSE” a PAYPAL habilitándole para comerciar y almacenar ciertas criptomonedas. Es un paso más en el avance de las compañías tradicionales de servicios financieros en el uso de criptomonedas. Esta vez, en un entorno de aceleración de cambios en el que el COVID-19 empuja los pagos digitales desde WALL STREET a E-HIGH STREET, en paralelo al poderoso avance del comercio on-line. PAYPAL Venmo cuenta con unos 350 millones de cuentas activas en todo el mundo que ahora se abrirán de forma más segura al comercio y depósito de ciertas criptomonedas.
Pero no solo el avance imparable de las criptodivisas desde el sector privado ha vencido las fuertes resistencias institucionales de reguladores y políticos, ya se trata de un tema profundamente ideológico, de poder, sino que, vinculado a la nueva estabilidad espontánea que ha supuesto la aparición de Blockchain, por fin un verdadero invento, los Bancos Centrales e Instituciones Públicas Internacionales se preparan, en ejercicio responsable de sus obligaciones, para la creación de una nueva moneda/divisa, la moneda DIGITAL que se emitirá en paralelo a los billetes y monedas que ya conocemos y que, de momento, responde al acrónimo CBDC (Central Bank Digital Currency). Pero…, no es más de lo mismo, es una novedad disruptiva, todo cambiará. Sobre esto los Gobiernos se han pronunciado en Octubre mediante dos informes, uno del BCE sobre el Euro Digital y el otro del BIS (FED, BCE, BJ, etc.).
Pero para mejor valorar la trascendencia de este paso es interesante recordar el contexto histórico: la propuesta británica de una moneda universal, el BANCOR, de la mano de Keynes en Bretton Woods (1944) y que no prosperó por la contrapropuesta a favor del dólar USA como medio de pago y divisa internacional de referencia. El DUCAT (1976), de HAYEK, también con ambición de moneda única internacional y también fracasado, los Derechos Especiales de Giro (1969), el ECU (1979), hasta llegar a la propuesta LIBRA (2019) de Facebook y otras grandes empresas mundiales con tres mil millones de clientes potenciales y que provocó un terremoto porque, ahora sí, la idea de una nueva moneda en línea con los anteriores intentos fracasados como reserva de valor y medio de pago internacional, respaldada por una cesta de divisas oficiales ($, EURO, YEN) pero, y esto es el dato importante, PRIVADA, tenía mucho recorrido.
Efectivamente, las propuestas que hemos comentado se referían, todas, a medios de pago internacionales, públicos, regulados, hasta que la LIBRA de Facebook ha marcado el contrapunto de la nueva realidad, digital, que todo lo cambia. En un contexto en el que las criptodivisas han sido imparables y en el que su base operativa blockchain las ha resguardado de la represión pública porque han resistido los ataques sobre su seguridad y uso delictivo, ha emergido un sistema privado de moneda cada vez más eficiente y crecientemente popular.
Si volvemos al principio del artículo, con PAYPAL como operador autorizado y la LIBRA de Facebook en la sala de máquinas, la soberanía pública monetaria ha entrado en clave de reacción por dos vías. La primera encauzar políticamente las criptomonedas que desafían las fronteras establecidas de poder público y soberanía estatal con el consiguiente reto al monopolio público del dinero como instrumento de poder y que no cuenta con más respaldo que la confianza ciudadana en el Estado emisor de dinero “FIAT”, un trozo de papel o un apunte informático. Merece la pena recordar, cómo en 1971 el dólar triunfante en Bretton Woods como moneda universal pierde toda referencia de valor extrínseco, oro, durante el mandato del Presidente Nixon para pasar a ser oficialmente una moneda “fiat”, basada en la confianza en un poder soberano, en este caso Estados Unidos, y nada más, pero nada menos.
Claro está que en este contexto de moneda fiat, la diferencia entre las privadas y las públicas se basa únicamente en eso, en quién se confía más. El que amanezca, por tanto, la posibilidad de una moneda universal privada, LIBRA o la que sea, supone un desafío a las fronteras establecidas de poder público y soberanía estatal. Es un reto al uso de la moneda oficial como instrumento de política económica, financiera, pero también clientelar, de guerra comercial y de divisas, en suma … de poder, pero, fundamentalmente, un reto porque brinda una oportunidad nueva de ejercicio de libertad individual, sin fronteras, frente a un sistema progresivamente omnipresente que todo lo vigila y que avanza rápido hacia un control, nunca experimentado, de la vida económica de los ciudadanos. Como ha advertido SUNDAR PICHAI, CEO de Alphabet, recomendando prudencia y reflexión regulatoria ante el avance fulminante en la constitución de gigantescas bases de datos corporativas que todo lo contienen y en las que el último paso es el del reconocimiento facial que estremece. Añadamos a esto la información centralizada al céntimo de cada moneda digital que pudiera tener cada ciudadano. Recuerdo bien mi experiencia práctica en Banca cuando hace unos años y en pleno proceso de “tarjetización” nuestros clientes aceptaban el nuevo medio de pago pero sacaban dinero en efectivo antes de hacer la compra para pagar con “caja”. La razón siempre era la misma: no quiero que nadie sepa si compro pollo o pavo…
Por supuesto en el otro lado del fiel de la balanza están los problemas que una moneda o monedas digitales plantean a un sistema democrático bien establecido de sujeción a leyes y recta supervisión administrativa, por cuanto su impacto en temas de cumplimiento y conducta derivados del uso inadecuado de los mismos, podría fácilmente escapar a las reglas del juego democrático y el imperio final de la justicia. Las criptomonedas son un vector de fuerza que ya plantea un desafío formidable macroeconómico y de estabilidad financiera aunque, en mi opinión, de menor envergadura por su dispersión (son muchos…) que el de una auténtica moneda universal privada tipo LIBRA que podría escapar al necesario control para la aplicación de la política económica, monetaria y de control de la delincuencia debido a su fuerza superior.
Hasta aquí las consideraciones y recuerdo histórico que explican la aparición oficial en escena de los CBDC, los activos monetarios digitales de los Bancos Centrales, más como una reacción ante el imparable avance de las monedas ya competidoras y en preparación, y también, de otros fenómenos financieros derivados como los TOKENS, activos digitales, también posibles gracias a la tecnología blockchain, apoyados en las monedas digitales.
En efecto, como señalan Christine Lagarde y Fabio Panetta en el prólogo del informe del BCE sobre el Euro Digital, el Eurosistema tiene una misión clave que es facilitar a los ciudadanos el dinero más seguro para sus pagos. Los billetes de Euros lo son, con la tradicional excepción de robo, incendio o pérdida, pero las nuevas tecnologías están cambiando la práctica ciudadana que empieza a comprar la mejor usabilidad de las nuevas monedas. El sistema de pagos debe adaptarse a ello y complementar el dinero en efectivo y los depósitos bancarios con la nueva moneda digital pública.
Ahora bien, esta decisión tiene gran trascendencia porque los impactos de la misma, u otras monedas digitales de los Bancos Centrales, serán importantes por su incidencia, como venimos diciendo, en la política monetaria, la estabilidad financiera, los modelos de negocio de los Bancos, los flujos de capital internacionales, la supervisión monetaria y los riesgos cibernéticos. Cambiará nuestro comportamiento como ciudadanos y consumidores, pero también la trastienda porque, como decíamos al principio, la decisión supone aterrizar desde Wall Street a E-High Street y esto, son palabras mayores.
Por lo tanto no es casual que, también en octubre, un nuevo informe del Banco Internacional de Pagos, firmado por la FED, el BCE, los Bancos Centrales de Canadá, Suecia, Japón, Suiza, Reino Unido … haya fijado los principios fundamentales y cuestiones clave de las CBDC, las monedas digitales de los Bancos Centrales que algunos, muy pronto, emitirán para uso del público general, lo que implica, como decimos, cambios profundos en el sistema financiero y, derivado de los mismos, sociales.
¿Por qué estas consecuencias tan importantes? Porque la divisa digital de los Bancos Centrales se convierte en un MEDIO DE PAGO para los ciudadanos que sustituirá el efectivo y quizás también las cuentas corrientes y los depósitos a plazo bancarios y por tanto, con un impacto directo en cuestiones de inclusión financiera, privacidad, lucha contra la delincuencia, la estabilidad financiera y, muy importante, la financiación de la economía y la transformación del sistema bancario si, como es de prever, los ciudadanos deciden cambiar sus depósitos actuales, por la moneda digital del Banco Central a la vez que, salvo orden en contrario, depositarlo en el mismo. Una opción más “confiable” en tiempos de crisis y más práctica si los Bancos Centrales, además, permiten operar con su moneda digital para efectuar pagos, domiciliaciones, etc.
Sería una desintermediación brutal del sistema financiero privado y un trasvase de la privacidad actual al sistema público nunca visto, un adiós definitivo al secreto bancario, que se depositaría en los ya hoy todopoderosos Bancos Centrales, que registrarían de manera individualizada los ahorros y usos de los mismos de cada persona, al límite de poder convertir lo que son hoy depósitos irregulares por depósitos regulares gracias a la tecnología blockchain que permitiría identificar cada “billete” virtual con cada depositante….Se podría adjudicar cada moneda numerada individualizada a cada “cliente” y así trazar su recorrido para siempre hasta la náusea.
De estas y otras consideraciones deriva el planteamiento del BIS que propone unos “acuerdos fundacionales” necesarios para que la nueva moneda no afecte la estabilidad del sistema: (I) no dañe la estabilidad monetaria y financiera (II) coexista con el dinero tradicional, billetes y otros tipos, en un sistema de pagos flexible e innovativo (III) promueva la innovación y eficiencia de manera que los ciudadanos no opten por otras monedas digitales, como viene ocurriendo hasta la fecha, porque por definición deberían ser menos seguras y, por ende, el sistema de pagos basado en ellos menos seguro (IV). Por supuesto no cabe respetar estos principios sin un excelente nivel de cooperación internacional.
Llegados a este punto veamos cuáles son los subyacentes más importantes que se imbuyen en este nuevo fenómeno de criptomonedas públicas versus privadas.
El primero sería el vaso comunicante entre ambos sistemas a partir de un arbitraje de riesgo. Si la deuda soberana no mejora sino que empeora su perfil de riesgo, el trasvase que podría producirse mediante un simple arbitraje de riesgo público a privado es muy claro: el movimiento a las nuevas monedas que podrían percibirse como más fiables que las públicas y con las que se denomina la deuda soberana podría ser muy importante. Como consecuencia de ello, la financiación de la fenomenal montaña de deuda pública en la que nos hemos instalado para soportar un sector público sobredimensionado y, en parte, mal gestionado, sería puesto en jaque por esta dificultad adicional.
La segunda es que si los Bancos Centrales, como se ha apuntado, emitieran criptomonedas, que lo harán, el reto a la Banca privada puede ser fenomenal y, en un sentido inverso al apuntado, se podría producir un trasvase masivo de ahorro desde el sector privado a los Bancos Centrales, entidades que hoy ya son muy poderosas y que, en el supuesto apuntado, serían incluso más determinantes en la vida económica y social de los ciudadanos de lo que han sido hasta ahora. Recordemos que si bien estas entidades son, por definición, independientes del poder político ejecutivo, en la práctica y según qué países, las distancias son cortas. Asusta el control milimétrico por los Bancos Centrales del último de los “billetes digitales” en “manos” del último de los ciudadanos. Identificados uno a uno gracias a la tecnología blockchain, parte de una gigantesca base de datos corporativa donde todo estaría anotado y la pérdida definitiva de toda capacidad de privacidad para el ahorro y el consumo, salvo uso del refugio que supondrían las criptomonedas privadas, el oro o el trueque…
La tercera es la posible reversión del sistema de creación de dinero bancario que ha sido posible por la utilización del depósito irregular más allá de su naturaleza jurídica que ya se establecía en el Derecho Romano y que implica la no utilización por el depositario del “tantundem” y el pago de una tarifa por su depósito y guarda. Naturaleza forzada desde el Renacimiento con especial relevancia en Génova, Florencia, Venecia y también en España, tanto por los banqueros privados como por los públicos (Taula de Canvi en Barcelona) origen de los primeros fracasos bancarios al no poder devolver los depósitos, invertidos en activos malos o ilíquidos, en vez de custodiados por intocables.
Desde entonces y de manera especial por algunos autores de la Escuela de Salamanca y continuidad en el pensamiento de la Escuela Liberal Austriaca se ha venido discutiendo la validez de esta desnaturalización del depósito irregular bancario y el sistema de reserva fraccionaria que tanta “gasolina” ha aportado a la economía mediante la creación de dinero bancario y tanta inestabilidad al sistema gracias a crisis repetidas y, probablemente, inevitables.
Pues bien, la emergencia del dinero digital de los Bancos Centrales puede mover las agujas del reloj otra vez una situación parecida a la que empezamos a cambiar desde el S. XII.
Los ciudadanos sucumbirán a la tentación de mover sus depósitos bancarios, siempre en riesgo como hemos comentado, a la teóricamente imbatible solidez de la moneda de su Banco Central, garantizado al 100% como depósito de valor, y utilizable como medio de pago imbatible gracias a las nuevas tecnologías a no ser que se les niegue depositar en el mismo y se habilite expresamente el uso tradicional en la Banca privada, y así mantener su utilización como fuente de financiación para la concesión crediticia.
Será muy interesante ver cómo estos temas evolucionan y el nivel de diligencia de nuestros Gobiernos para gestionarlos adecuadamente. Los europeos nos jugamos mucho en esta próxima lucha de poder. Todo indica que China y Japón van por delante en el programa de emisión de CBDC’s. En paralelo, bases de datos corporativas chinas y rusas se construyen a gran velocidad, con enorme eficacia y, con el reconocimiento facial como último producto de control. Los Bancos Centrales avanzan rápidamente hacia la emisión de sus nuevas monedas digitales y Gobiernos y Organismos Internacionales preparan el freno a las iniciativas privadas más potentes de moneda universal en favor de sus propias monedas.
Finalmente, un tercer efecto que considero muy interesante sería la percepción de cercanía a las Instituciones Europeas, al BCE, por parte de los ciudadanos que “tangiblemente” tendrían sus “preciados” depósitos y medios de pago en una institución europea, PAYPAL y FACEBOOK mediante. Y… si de cercanía al ciudadano hablamos ¿por qué no? los nuevos centros de poder, las grandes metrópolis, podrían emitir su propia moneda. No sería la primera vez que un municipio emite moneda. Terceros en discordia junto con otros muchos en un mundo de alta competición y que plantea un nuevo reto al tradicional estado-nación.